No nos preocupe el tiempo, se ha ajustado
y acaso solo sea un espejismo
en que contar las penas, un guarismo
cuantitativamente desbocado.
No nos asuste el hilo del pasado,
es un hilván falaz, un mecanismo
de la repetición, y eso es lo mismo
que el mal: Dios no repite lo creado.
Alumbremos a ayer con luz de hoy,
esta unión (es de “uno”) aclara el día
transmutando el yo estaba en el yo soy.
Hacia la paz volvemos a la par,
alquimistas del tiempo al mediodía
transmutando el querer en el amar.