Eres muchos en ti. No tienes nombre
para llamarte tú. Lo has aprendido
a fuerza de olvidar identidades
que te domesticaban en la idea.
Eres el que desglosa el IVA, el hombre
que cambia las bombillas, el sonido
de una canción antigua, las edades
que siguen a la luna y la marea.
Has amasado el oro y has gastado
el tiempo, te has dormido y despertado,
has creído reír, pero es mentira.
Y a fuerza de no ser y lo olvidado,
te has reflejado en mí, en este estado
en el que todo para y todo gira.