Se abrió un punto de luz en una nada,
en cero nada, en cero, la luz viva,
durante un intervalo de saliva
en el espacio afín de una mirada.
Se dibujó el paisaje, luz hablada,
el bosque polvoriento y más arriba,
en la cima del mundo, y más arriba,
la flor inmaterial e inesperada.
Bajo la superficie de la hechura
nos dejará su huella algún olvido
de esta felicidad sin atadura.
Y el tiempo pasará y será un latido,
y la ceniza, el polvo, la blancura
vendrán a casa, mas tendrá sentido.